entrevista sobre la bioconstrucción en la cadena SER

Alejandro López es arquitecto, diseñador y coordinador de formación de Okambuva. Una cooperativa que funciona como empresa constructora y que tiene como premisa llevar a cabo proyectos de bioconstrucción. Procuran integrarse en el entorno y vivir con la naturaleza y no contra ella.

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Este tipo de construcciones sustituyen el hormigón y el cemento por la paja, la madera, la tierra y la cal. Materiales que quedaron relegados a un segundo plano hace más de 50 años y ahora, fruto de la crisis económica y del incremento del respeto hacia nuestro entorno, han vuelto a resurgir. «Nosotros tenemos todos los recursos naturales a nuestro alcance. Es absurdo que nos hayamos convertido en seres artificiales» explica Alejandro.

La eficiencia energética es una de las principales ventajas que tienen estas construcciones. La paja y la tierra tienen capacidades de controlar la humedad y aislar la casa de forma natural. Además, al no utilizar productos químicos, contribuyen a mejorar la calidad de las personasque habitan en ellas. «La casa es como nuestra tercera piel y, por tanto, tenemos que cuidar los productos que se utilizan en ella» afirma Alejandro.

El precio depende del diseño de cada vivienda, pero el coste de la mano de obra profesional y los permisos de construcción son similares a los de un casa estándar. El ahorro, por tanto, se puede observar en el precio de los recursos naturales, más económicos que los artificiales, y en la disminución del coste en mano de obra que permite la colaboración personal en la construcción de nuestra casa.

De la misma forma, gran parte de la inversión que se realiza al apostar por las energías renovables o o al utilizar recursos naturales para aislar o calentar la casa se traduce, con el paso del tiempo, en ahorro económico. El problema de utilizar estos modelos sostenibles es que, tal y como afirma Joan Romero – responsable de eficiencia energética en la cooperativa – las tasas que imponen para desconectarse de la red eléctrica, es decir, haciendo uso de baterías propias para almacenar la energía en casa, no permiten un beneficio económico. «Hay gente que está conectada a la red eléctrica para compartir con ellos la energía sobrante pero, en el caso de querer desconectarse totalmente, el gobierno impone unas tasas muy altas» añade Joan.

En el mundo se cultivan más de 600 millones de hectáreas de cereales y gran parte de los residuos de la paja se destruyen. Es por ello por lo que desde países como Alemania, Holanda o Austria se está impulsando la investigación y la reglamentación de este tipo de materiales para la construcción.

En España queda mucho por hacer aunque, a priori, contamos con un marco legal muy adecuado para su desarrollo, ya que los arquitectos tienen libertad total de creación siempre y cuando respeten las condiciones de seguridad en sus proyectos. Las características, la ubicación, las alturas y los diseños de estas casas son tan amplios como la imaginación alcance, por lo que la decisión y la responsabilidad medioambiental reside en cada uno de nosotros…